El azúcar y la caries en odontopediatría
La caries es en la actualidad, la enfermedad crónica más frecuente en la infancia a nivel mundial. Por lo que no es de extrañar que cada vez más, nos visiten en la clínica dental niños de muy corta edad presentando lesiones de caries de diferente grado. Hecho que dificulta en gran medida la realización de tratamientos odontológicos, debido a la escasa o nula colaboración del niño en esta etapa de su vida.
Se considera como una patología potencialmente controlable, de carácter infeccioso y azúcar dependiente. Aunque existen otros factores de riesgo que también contribuyen a su aparición, como una higiene bucal deficiente, la precoz colonización oral bacteriana, reducción de la cantidad y función salival, la no exposición al Flúor, niveles elevados de Streptococcus Mutans (principal bacteria responsable) …
Pero en este caso, vamos a centrarnos muy brevemente en comprender el importante rol que juegan los carbohidratos fermentables (azúcares) a la hora de iniciar el proceso cariogénico. La superficie dental es la zona donde tiene lugar el asentamiento de la placa bacteriana tras un incorrecto cepillado o por la ausencia del mismo. Las bacterias presentes en la placa, aprovechan la ingesta de los carbohidratos fermentables para producir ácidos que descienden el Ph salival (nuestro sistema de defensa a nivel oral). Este ataque ácido, provoca la desmineralización o pérdida de sustancia (destrucción de los tejidos duros del diente).
La consistencia y Ph del alimento, la frecuencia de consumo, la cantidad que ingerimos, el momento del día en que lo hacemos… van a marcar la diferencia, aumentando así las posibilidades de padecer caries a nivel dental.
Es por ello que la OMS (Organización Mundial de la salud), recomienda evitar toda fuente de azúcares refinados durante los primeros 2 años de vida del niño (período de mayor susceptibilidad). Este control en la dieta no sólo influirá favorablemente en su salud oral (reduciendo la probabilidad de que aparezcan caries) sino también en la salud en general del niño, tanto a corto como a largo plazo (ya que existe una relación causal entre el consumo abusivo de azúcar con ciertas patologías sistémicas como diabetes u obesidad infantil, entre otras).
Los profesionales de la salud, debemos de mostrar un especial énfasis en informar a los padres y o cuidadores, de aquellas medicaciones, alimentos o bebidas que contienen una cantidad considerable de azúcar oculto en su composición (bollería, galletas, zumos industriales, batidos, refrescos, patatas fritas embolsadas, pan de molde, kétchup, helados…) y que sin saberlo, forman parte de la dieta habitual del niño. Desmitificando en este sentido a las “chuches” como las grandes y únicas culpables.
También puede ser de gran ayuda, crear hábitos saludables con nuestros hijos, como el que nos vean en casa consumir frutas y verduras, o que simplemente compartamos con ellos el momento del cepillado. Los niños repetirán de manera natural nuestras acciones, puesto que nosotros somos el férreo espejo en el que se miran.